Del 6 al 18 de noviembre se llevó a cabo la COP 27 (la conferencia de las partes), establecida por la Convención de Cambio Climático de las Naciones Unidas. Es una cumbre de alto nivel que se realiza año con año, pero que en efectos prácticos da pocos resultados, sin embargo, hay algunas que sí han estacado.
La COP1 de Berlín en 1995, su trascendencia radica principalmente en reconocer el problema que supone el cambio climático, un problema que ocurre de manera natural, pero que se ha acelerado por la acción humana.
La COP3 de Kioto en 1997, una de las más reconocidas debido a que se establecieron líneas de acción más precisas. Se aprueba el Protocolo de Kioto, el gran acuerdo que busca reducir las emisiones. El objetivo era “reducir el total de sus emisiones a un nivel inferior en no menos de 5% al de 1990 en el período de compromiso comprendido entre el año 2008 y el 2012”.[1]
La COP15 de Copenhague en 2009, donde se intento mejorar el protocolo de Kioto y primera vez quedó clara la intención de limitar las emisiones de CO2.
La COP21 de París en 2015, en la que se firma el Acuerdo de París para lograr mantener la temperatura del planeta por debajo de los 1.5ºC, con la gran particularidad de que cada uno de los países parte determinarían sus contribuciones nacionales, lo que permite evitar imposiciones y tener metas más realistas según cada uno de los panoramos nacionales. Además, el acuerdo menciona la creación de un paquete financiero de 100 millones de dólares que hasta el día de hoy no se ha cumplido.[2]
Y así, llegamos a la edición 27, dónde después de 22 ediciones que fueron intrasedentes, nos preguntamos si se logrará algo. Se ratifica el compromiso de mantener la temperatura por debajo del 1.5ºC, pero qué acciones reales vemos cuando en la edición 26 vemos se actualizaron los compromisos del 2015. El principal acuerdo es un fondo de financiamento y lo demás queda en promesas, un plan para el futuro pero sin acciones reales para alcanzarlo.
Cuántos países realmente podrán lograr sus metas cuando la guerra entre Rusia y Ucrania han puesto al mundo en jaque con crisis energéticas, alimentarias y económicas, donde los Estados claramente priorizan el bienestar inmediato sobre sus compromisos internacionales.
Esta COP no ha estado exenta de controversias, pues en un foro cuyo objetivo es disminuir el impacto de la acción humana en el cambio climático vimos que prácticamente todos los participantes de alto nivel llegarón en jets privados. Además, es una conferencia que fue patrocinada por una de las empresas más contaminantes del mundo.[3] Podemos aprecionar la ironía y darnos cuenta que las buenas intenciones solo se quedarán en buenas relaciones públicas para los gobiernos y para las empresas.
[1] https://fundspeople.com/es/glosario/que-son-las-cop-resumen-de-las-mas-iconicas/
[2] https://news.un.org/es/story/2022/11/1516632
[3] https://es.globalvoices.org/2022/11/08/coca-cola-el-mayor-contaminador-plastico-del-mundo-patrocina-la-cop27-por-que-eso-es-un-problema/