El lado oscuro del transporte

En el día a día de las personas el transporte es el sector responsable del mayor y más acelerado crecimiento en términos de emisiones de gases de efecto invernadero, que contribuyen significativamente al cambio climático[1], pero hay dos industrias que destacan justamente por lo diametralmente opuesto que ha resultado en los últimos años. 

Por un lado, tenemos a la industria aérea, que contamina relativamente poco en valores neto[2]. De acuerdo con Climate Watch el transporte aéreo aporta el 2.1% de las emisiones totales de CO2, pero es la industria que más contamina en cuanto eficiencia energética (kilómetro por pasajero). 

“Las aerolíneas del mundo han tomado una decisión trascendental para garantizar que volar sea sostenible”

Willie Walsh, Consejero Delegado de IATA

Esta es una industria con una de las campañas más importantes de lucha contra el cambio climático. Sin embargo, esta publicidad puede ser engañosa ya que magnifican las acciones más allá de los resultados, ya que su principal apuesta es por soluciones físicas que no serán suficientes, acciones como reducir el uso del papel y tener una flota de aviones más eficientes – pero que aún dependen de los combustibles fósiles-.

A pesar de ello, la tecnología no avanza lo suficientemente rápido para lograr las metas previstas para 2030 y 2050[3], llegará un punto en que se llegue a tope. De la mano, tenemos el discurso de la compensación de emisiones, pero no la reducción de las mismas, una forma en la que veremos el impacto en el futuro a través del financiamiento de un proyecto medioambiental, que fomenta evitar soluciones en el presente. 

Por el otro lado, tenemos la industria automotriz, una que parece que se ha revolucionado en la última década, pese a lo cual sigue representando el 12.6% del total de emisiones de CO2aún cuando los autos eléctricos han existido desde hace años; los mismos Ford y Edison trabajaron en algunos modelos de coches eléctricos, pero la practicidad se impuso, y con ello el uso de los motores de combustión. 

Aunque hace diez años la oferta era limitada, ahora se puede encontrar una gran variedad de molemos de autos eléctricos que incluso se pueden ajustar a diferentes presupuestos.

Dentro de las ventajas de estos coches tenemos la descarbonización en su uso, pues aquí efectivamente las emisiones de por vida de un vehículo eléctrico en Europa son entre un 66 y un 69% por ciento más bajas en comparación con las de uno que consume mucha gasolina.[4] Y si comparamos otros mercados como Estados Unidos o China seguiremos viendo esta marcada diferencia. Pero conforme nos vamos enfocando en otras regiones veremos que los datos ya no son tan bondadosos. Los autos son eléctricos, no obstante, también debemos pensar en la generación de la electricidad que usan, cuánto contamina.

Con la liberación de las patentes de una de las compañías pionera en este sector como lo es Tesla, la ruta ya está trazada. El objetivo es lograr eliminar los motores de combustion en las próximas décadas, lo que se ve posible y probable en países desarrollados que cuentan con la infraestructura, pero se olvidan de los países que aún se encuentran en vías de desarrollo, lo que nos hace preguntarnos si la misión de Elon Musk es salvar el planeta o la industria. 


[1] https://www.epe.es/es/activos/20220508/reto-volar-menos-co2-13627301

[2] https://theicct.org/publication/a-global-comparison-of-the-life-cycle-greenhouse-gas-emissions-of-combustion-engine-and-electric-passenger-cars/

[3] https://www.redalyc.org/pdf/3330/333027352004.pdf

[4] https://www.epe.es/es/activos/20220611/greenwashing-aerolineas-esfuerzo-sostenibilidad-13816080

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